Por Mauro Fernandes

La película Flores Rotas, de Jim Jarmusch, fue el disparador. Inspirada en una de las protagonistas del film, Cecilia Malm Green comenzó a brindar un servicio que consistía en poner un poco de orden en los placares ajenos. Al comienzo, su esposo, Dan Marein, recuerda que el departamento estaba repleto de bolsas de consorcio que contenían prendas de todo tipo. Luego de que la respuesta de algunos clientes fuera satisfactoria, Cecilia decidió montar en 2006 la boutique de feria americana Alma Zen, en Anchorena 660, a dos cuadras del shopping porteño Abasto.
Lejos, quedaron hoy los tiempos en los que tan solo había una mesa con unas pocas prendas. Más de una veintena de carteras colgadas se alzan, por encima de unas camisas que lucen como nuevas. Sombreros, bufandas y corbatas, minuciosamente acomodadas. Desde aros y riñoneras, hasta incluso vestidos para casamientos, esparcidos. Son algunos de los artículos usados pero en excelente estado y a bajo costo que pueden encontrarse en este local vintage.
Las ferias americanas supieron satisfacer las necesidades de un público que no encontraba respuestas en los comercios convencionales. Tal es así, que hay más de setenta locales en la Ciudad de Buenos Aires. “En la Argentina, durante mucho tiempo comprar en una feria americana fue como sinónimo de no tener plata. Eso cambió rotundamente en los últimos años”, entiende Cecilia.
“Quienes ingresan a la boutique, al comienzo no saben si la ropa es usada o nueva. Entran como si fuera un local más”, cuenta Cecilia. El secreto está en que en ningún momento se reciben prendas que estén rotas, manchadas o con olor. “Ponemos énfasis en el diseño y en la calidad”, dice Dan.
En Alma Zen se aceptan prendas, accesorios, calzados, carteras y bolsos en consignación, es decir, que los artículos son tasados a un determinado valor, que es cobrado posteriormente una vez que se efectúa la venta. Si bien la variedad y los precios difieren, pueden encontrarse camisas desde 15 pesos en adelante. Incluso a algunos clientes se les brinda la posibilidad de señar por una semana algunos artículos.
“Cuando algunas personas traen ropa que no está en muy buen estado, les damos la opción de que la deje para que se la entreguemos directamente a cartoneros que trabajan en el barrio”, explica Cecilia.
Lo mismo sucede en el Baúl de Valentina, una empresa familiar, dedicada a la compra-venta y alquiler de ropa usada. “Hay prendas que directamente la donamos o bien se la entregamos a gente que se acerca a pedir algo”, narra Diana Mihaila, encargada de uno de los tres locales, ubicado en Cabildo 2370.
En el Baúl de Valentina, las prendas que no fueron vendidas durante la temporada suelen ser cedidas a la Asociación Niños del Sur, una organización sin fines de lucro que asiste a niños y adolescentes en situación de riesgo social de Villa Gobernador Gálvez, en Santa Fe.
En los tres locales se ofrece ropa moderna, retro, vintage y antigua. Al igual que en Alma Zen, también se brinda la posibilidad de que los clientes pueden señar algunos artículos e incluso alquilar. Esto último es una modalidad utilizada sobre todo por los teatros, ya que requieren de prendas novedosas e inéditas para las diversas funciones.
A pocos metros de ingresar al local, un canasto verde contiene desde mayas hasta remeras. Todas tienen algo en común: su valor es de 10 pesos. Una cifra que cautiva las miradas de quienes ingresan al lugar y encuentran en las ferias americanas una forma de satisfacer sus necesidades a bajo costo.
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